Despierta el gallo con muerte
un pueblo de la baja campiña.
Señoras de luto pasean. Dueña
la plaza, desolada, busca gente.
Entre sus fuentes y correderas
tan sólo se escucha un lamento
que a nadie le importa tanto
como a las guapas casaderas.
Es Antonio José el tendero,
muerto de amor mujeriego
por algún hombre ciego. Dinero
no le robaron, tampoco sangre le
vieron. Murió sólo en el campo;
lo mato la noche, alcohol, veneno.
Guillermo del Pozo. Diciembre-2.005.