A MI MADRE

 

 


Tu cara es como una nube del cielo,
su nefelismo bordado
en la faz, como esculpido con desvelo,
pero no, fueron los años
que al pasar dejaron surcos marcados
por sufrimientos y alegrías.

Alcanzando, casi, el siglo de vida
tienes la mirada triste
permaneces en silencio, perdida,
por la falta de audición,
en tu mundo de recuerdos sumida,
no hablas, ¿estás dormida?

¡No!, es el viaje de tu larga vida
que rememoras día a día.
Al compañero añoras que partió
hace mucho tiempo atrás,
cuando Dios lo decida con el te irás
y aquí dejarás la estirpe
que con dolor tu cuerpo concibió.

8 de junio de 2006.

Carlos.

 

 

 

 

 

 

 

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