mr.porompompero don manuel

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Publicado: Jue Ene 04, 2007 6:17 pm Asunto: Polémica en Galicia |
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a bordo
Oz rumorozo
CARLOS LUIS RODRÍGUEZ
Lo mismo que hay enclaves gallegos en Asturias, Zamora y hasta en Extremadura, también existen reductos flamencos en Galicia. No sólo en las numerosas academias de sevillanas que proliferan por el país, sino también en la devoción que la galleguidad profunda ha tenido siempre por ese cante y sus derivados copleros.
Si hablamos en serio de identidad, la influencia de Manolo Escobar en nuestra gente fue muy superior a la de Voces Ceibes. Ninguna otra canción logró la popularidad de Mi Carro en el oficioso hit parade de las verbenas, o en las sobremesas de la fiesta del patrón. Había incluso paisanos expertos en imitar el acento andaluz y arrancarse con alguna letra del susodicho, de Juanito Valderrama, Las Grecas o Los Chichos
No faltará quien vea en este mestizaje una insidia imperialista. Allá él, porque no hay ninguna prueba de algún complot musical destinado a desgalleguizar el país. Más bien al contrario. Según cuentan, la Sección Femenina tenía una especial preocupación por fomentar el baile regional, y la OJE, que encuadraba a los chavales, incluía la gaita en sus paradas semicastrenses.
¿Por qué gustaba más Manolo Escobar que Miro Casabella, pongamos por caso? Por la tristeza. La canción comprometida solía ser triste, añadía pesadumbre a una vida ya de por sí bastante amarga, algo que podía sobrellevarse si, aparte del recital fervoroso, uno iba después a la discoteca a desahogarse de tanto compromiso. La copla aflamencada, en cambio, ofrecía alegría, aunque tratase sobre la sustracción de un vehículo agrario, aprovechando que su propietario dormía. Por cierto: sigue sin aparecer.
En consecuencia, la idea de darle al himno gallego un aire flamenco no es blasfema. El escándalo montado tiene su origen en la confusión que algunos hacen de identidad real y deseada. En el fondo les gustaría que lo flamenco no contaminase una galleguidad inmaculada, pura, que nunca existió, y de ahí que quieran defenderla con una especie de preservativo ideológico.
El flamenco no profana un himno de por sí mestizo. ¿Acaso no habla de un árbol tan poco autóctono como el pino, y no hay en Eduardo Pondal reminiscencias de las baladas de Ossian? Todo es una mezcla, y por lo tanto no hay razón para no seguir añadiendo ingredientes, que sepan a flamenco, a rock o rumba. El único requisito es el respeto por el símbolo, y eso desde luego no faltó en la celebración del otro día.
No se puede volver a caer en el error de aquellos esforzados cantautores que invocaban al pueblo en sus canciones, sin saber que ese mismo pueblo los traicionaba con Manolo Escobar, que le daba juerga y no loita. Por seguir en la senda musical, más bien habría que emular en este asunto a otra generación de músicos que supieron tender un puente entre la lengua del país y los motivos que gustaban a la gente: Pucho Boedo, Andrés do Barro, Ana Kiro...
En ese primer Parlamento que el otro día se festejó por bulerías, cuentan las crónicas que una diputada compareció un día ataviada con el traje de gallega. Sólo ella hizo esa concesión indumentaria, ya que ningún otro compañero apareció vestido de celta, romano o irmandiño. Todos, menos ella, entendieron que el respeto a la identidad no llegaba a tanto, dado que podía expresarse en traje chaqueta o americana.
Con el himno hay que decir lo mismo. Es apto para muchas versiones. Así como Pondal tuvo inspiraciones gaélicas, ahora vienen las flamencas. No hay que darles la bienvenida, porque ya estaban.
http://www.elcorreogallego.es/index.php?option=com_content&task=blogsection&id=7&Itemid=10&idMenu=51&idNoticia=117005 _________________ Iván P.R. |
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